A modo de resumen de un año fatídico, me gustaría compartir con vosotros estas humildes reflexiones que surgen de una experiencia novedosa para mi como ha sido el diseño y la impartición de varias acciones formativas online de orientación profesional al amparo del Programa Reinnovate 2020 de la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid y gracias a mis amigos de la empresa Excellence Innova, S.L., responsable de uno de los lotes.
La supervivencia en el actual entorno profesional, marcado por la saturación de la oferta y el retroceso de la demanda, pasa inexorablemente por la diferenciación.
Tanto si deseas mejorar tu situación laboral como si pretendes que tu proyecto empresarial salga adelante, vas a necesitar una herramienta que te haga sobresalir positivamente sobre tus competidores. Una marca personal adecuada puede ser esa herramienta.
Para alcanzar el éxito profesional la primera tarea es definir claramente un objetivo: ¿Hacia donde quieres dirigir tu vida profesional? Si no existe irás a la deriva y desperdiciarás energía y recursos.
Ten por seguro que si ese objetivo profesional pasa por el emprendimiento y lo que vas a ofrecer está directamente relacionado contigo, tus conocimientos o tus servicios profesionales, definir y gestionar de forma adecuada tu marca personal es imprescindible.
Alcanzar el objetivo definido y conseguir el éxito exige realizar un proceso racional y meditado en el que no es posible saltarse pasos, salvo que quieras arriesgar todos tus esfuerzos y retrasar tu impacto en el mercado. No hay atajos para la excelencia. Aunque se pueda formular de diversas maneras, el proceso para lograr la diferenciación necesaria para conseguir tu meta tiene tres fases sucesivas y, a la vez, subordinadas al objetivo a conseguir.
La primera fase es la del autoconocimiento. Si ignoras lo que eres capaz de hacer, tus puntos fuertes y áreas de mejora, jamás sabrás qué tienes que “vender”. Debes conocer también aquello que te hace diferente. No sólo hablamos de experiencia y conocimientos, sino también de emociones, comportamientos, forma de hacer las cosas e ideas. No olvides que debes lograr que tus potenciales clientes adquieran un producto o servicio que eres tu y que si no conoces exhaustivamente dicho producto te será muy difícil venderlo. Hay muchas herramientas que podrán serte útiles para conseguir ese autoconocimiento, pero deben estar guiadas fundamentalmente por la sinceridad y la objetividad. No puedes autoengañarte ni hacerte trampas a ti mismo. Una ayuda inestimable para esta fase es contar con la opinión de un tercero de confianza que te conozca y audite los resultados del autoconocimiento, que es importante que se materialice en un documento estructurado que puedas utilizar en las siguientes fases. Piensa que una de las funciones más vitales del autoconocimiento es definir y concretar lo que te haría falta para cumplir el objetivo marcado, que podrán ser conocimientos, competencias, etc., que deberás incorporar progresivamente a tu perfil para mejorarlo.
La segunda etapa es conocer a tus potenciales clientes. Dichos clientes también dependen del objetivo profesional que te hayas marcado. Necesitas saber quién son, qué ofrecen, cómo lo ofrecen, cuáles son sus clientes, cuál es su cultura, qué valores la respaldan, cómo están posicionados en el mercado, qué necesidades y problemas afrontan y cómo podrían encajar tus servicios para solucionar dichos problemas. Alcanzar el éxito profesional pasa por identificar un problema existente y ser capaces de resolverlo mejor que la más que posible competencia.
La tercera y última fase del proceso es estar al corriente y dominar los argumentos y las herramientas necesarias para facilitar y conseguir la venta del producto que representas. Incluirán técnicas como el neuromarketing o el storytelling, herramientas como las redes sociales y el networking, etc.
En convergencia con ese proceso, irás definiendo tu marca personal, teniendo siempre en cuenta que ésta es el valor que los demás perciben y recuerdan de ti en una determinada área profesional. No es solamente lo que tú quieres que piensen de ti, es la imagen que compran de ti, lo que les sugieres. Por ello la característica esencial de dicha marca personal debe ser la coherencia entre lo que eres (perfil), lo que haces (competencias) y lo que dices (mensaje/relato).
Una parte básica de esa marca personal es la propuesta de valor, aquello que haces de forma diferente y que te coloca en ventaja, diferenciándote de tus competidores. Dicha propuesta de valor emana del objetivo y se nutre de la información obtenida en las dos primeras fases del proceso detallado hasta aquí. Defínela adecuadamente y dispondrás de una herramienta fundamental para alcanzar el objetivo y lograr el éxito que te mereces.
No se lo que nos deparará el nuevo año, muy malo tendría que ser para fuera peor que este, por lo que soy optimista. Profesionalmente mi intención es seguir ofreciendo a la sociedad mis humildes conocimientos y competencias a través de la mentorización, la consultoría y la docencia.
¡Si crees que puedo serte de utilidad, ya sabes donde encontrarme!